Geotecnia de Calidad

domingo, 29 de enero de 2012

LA RAMBLA DE BARCELONA. UNA RIERA POR TODO LO ALTO.


Nací en el Raval de Barcelona, a escasos metros de la Rambla, a la que estuvo unida toda mi infancia y juventud. Por ella paseé con mis amigos, esperé muchas veces a mi novia, y por ella corrí delante de unos señores equipados con porra. Alguna vez, los papeles se invirtieron, y mis amigos manifestantes lanzaron piedras a mi obsoleto Seat 850, conmigo dentro, cuando los policías se parapetaron tras él para lanzarles botes de humo. Aquel día yo solo quería cenar en casa!


Era una Rambla distinta a la actual. Sin estatuas humanas, pero con pájaros enjaulados; sin turistas ni tiendas de recuerdos, pero con marineros. Sucia, pero ciudadana. ¿Era también una riera?

Los olvidados torrentes que cruzan las ciudades, bajo el uniforme y gris asfalto, constituyen un factor geológico importante en el proyecto geotécnico. Por un lado el arroyo puede haber depositado sedimentos poco consolidados, que sin duda podrán generar asientos diferenciales si un edificio se sitúa en parte sobre ellos y en parte sobre suelos más compactos. Además, los antiguos cauces pueden albergar acuíferos colgados, o haber sido rellenados con tierras no compactadas, cuando no con escombros, para nivelar el terreno, lo que puede conducir a los mismos problemas de asiento.

El llano de Barcelona, situado entre la serra de Collserola y el mar, estaba cruzado por una red poco jerarquizada de rieras, limitadas a ambos lados por las más importantes cuencas de la riera Blanca y la riera de Horta, tributarias respectivamente de los deltas del Llobregat y del Besós.

La riera de la Rambla es la d’en Malla, la cual procede de la de Vallcarca, que después de su paso por la siempre maltratada plaza Lesseps, se unía con la de Sant Gervasi en la actual Gala Placidia. Desde allí, y por la riera de Sant Miquel alcanzaba el paseo de Gracia, por donde llegaba a Plaza Catalunya. Vale decir sin embargo, que cuando se abrió definitivamente el paseo de Gracia, allá por el 1.825, la riera fue desviada hacia Balmes – Rambla Catalunya.

Para conocer la posición de las antiguas rieras debe integrarse información de la memoria histórica, archivos municipales y mapas antiguos. El siguiente plano data de 1.706, y muestra el estado de la ciudad, cercada militarmente. Muchas de las rieras, habitualmente secas, eran utilizadas como caminos. En este mapa se observa además, el estany del Port, al sur de Montjuïc, y la laguna de la Llavinera, en el Poble Nou.




El plano de Pedro García Faria, diseñador de la moderna red de alcantarillado, data de 1.893 y con sus curvas de nivel cada medio metro es de una ambición y precisión inimaginables hoy en día.

Aparentemente, y a pesar de su delator nombre árabe, la Rambla de Barcelona no habría sido una riera, ya que las curvas de nivel en el plano de García Faria dibujan un lomo longitudinal elevado, en su tramo inicial entre Canaletes y el pla de la Boqueria, y claro está, se supone que los torrentes suelen circular por el fondo del valle, no por la cresta.



Esta morfología, con calles descendentes a partir del eje de la Rambla, entraba sin embargo en contradicción con datos históricos, como los documentos que atestiguan la presencia de un puente construido en 1.399, que cruzaba la Rambla en su cruce con Portaferrissa, o con algunos hallazgos arqueológicos, como la presencia de sedimentos torrenciales recubriendo los enterramientos romanos de la plaza Villa de Madrid.

También está documentada la presencia de otro puente sobre la Rambla en el pla de la Boqueria, no lejos de donde se construyó el primer edificio inteligente de la ciudad. Este edificio, con una abertura que deja ver el campanario de la iglesia del Pi desde la Rambla,  fue el primer aparcamiento robotizado de la ciudad y se construyó en 1.990. Tiene 11 plantas sótano, y en su momento fue la excavación más profunda realizada en Barcelona bajo el nivel freático, ya que de los 29 m excavados, 20 metros están bajo el agua. Al igual que después en el cercano Teatre del Liceu, las pantallas perimetrales alcanzan casi 60 m de profundidad, y se empotran en margas miocenas relativamente impermeables, de las que hablaré próximamente.

No deja de ser curioso que este edificio llamado inteligente (dejas el coche en la puerta, y un mecanismo lo coloca en el sitio), se averió gravemente al poco de inaugurarse. En cualquier caso, es lo propio de una ciudad que tiene las mejores escuelas de negocios del mundo, pero de las cuales todavía no ha salido ningún sabio lo suficientemente inteligente para sacarnos de la crisis. Brokers listos para mover el dinero de un sitio a otro sí! Probablemente es lo que les interesa!



Volviendo a nuestra Rambla, y atendiendo a criterios puramente topográficos, la riera hubiera entrado en el casco antiguo por el Portal de l’Àngel, siguiendo por Cucurulla, carrer del Pi y parte de Cardenal Casañas, quizás luego por Raurich, hasta su continuación por el carrer dels Còdols.

No fue hasta finales del siglo XX, cuando el recientemente desaparecido geólogo Oriol Riba expuso sus teorías sobre el curso sobreelevado de algunos torrentes, que pueden generar un cono de deyección alargado cuando salvan un desnivel brusco. Este desnivel corresponde en nuestro caso al denominado escalón de Barcelona, talud asociado quizás a una falla Cuaternaria, y que puede reconocerse en la pendiente del tramo superior de la Rambla, o en el desnivel entre Pelayo y Tallers, en la fuerte bajada de la Vía Laietana en su tramo inicial, o en la calle Jonqueres. En realidad, este talud morfológico tiene una ocupación espacial más importante. Se reconoce desde Cornellà hasta L’Hospitalet, y desde Ciutat Vella hasta la Trinitat.

Al salvar el talud, el agua de las rieras pierde energía y deposita sedimentos, con lo que el arroyo transita sobre éstos, elevándose de cota, hasta que en una crecida se desborda y genera un nuevo curso en el cono de deyección, que también acabará elevándose y desbordando. Al agricultor no le interesan los torrentes erráticos, con lo que tiende a proteger el canal torrencial, que contínuamente gana cota. Este proceso es evidente en el recorrido de la riera de Horta, y en otros arroyos que desembocaban en el delta del Besós.

En contra de la teoría de Riba puede argumentarse que el lomo alargado de la Rambla no se inicia en el talud de Canaletes, si no que ya existe aguas arriba de la plaza Catalunya.

En realidad el curso de las rieras ha variado a lo largo del tiempo geológico. Las de Barcelona existían ya desde el pliocuaternario, como lo demuestra el paleorelieve excavado en el substrato mioceno y plioceno.

En el mapa de isobatas del substrato, del Mapa Geotècnic de Barcelona (ICC, 2.000), del cual somos coautores, se observa como las paleocuencas de riera Blanca y riera d’Horta ya existían en el Pleistoceno, así como el paleovalle que se dirigía al Raval.






En cualquier caso, parece cierto que la riera circuló por la Rambla al menos desde la época romana hasta la edad media. Sus sedimentos de gravas y arenas de pizarra procedentes de Collserola no sólo se han encontrado recubriendo la necrópolis de Villa de Madrid, que es de finales del siglo II, si no que nuestros sondeos los han perforado en C/ del Bot, junto a Portaferrisa, en el C/ Petxina (junto a Boquería), y más hacia el mar, en C/ Lancaster.

La muralla medieval del siglo XIII-XIV apoyaba por un lado en el relieve positivo de la coronación del talud o escalón de Barcelona en el tramo Pl. Catalunya – Fontanella – Trafalgar, mientras que la de Jaume I, construida a lo largo de la Rambla a mediados del siglo XIII, podía haber aprovechado, en su base, la morfología convexa de la riera.

Desde la época romana hasta la construcción de la muralla de Jaume I, la riera depositó sobre la necrópolis de la Pl. Villa de Madrid, alrededor de 1.5 m de gravas y limos, lo que implica una tasa de sedimentación de alrededor de 1.5 cm por año.

El crecimiento demográfico de la ciudad desbordó rápidamente el recinto amurallado recién construido, con lo que a finales del siglo XIV se construyó una tercera muralla, que desde Canaletes seguía por Pelayo, Pl. Universitat, Ronda Sant Antoni i Sant Pau, hasta el Paral.lel y les Drassanes. Esta muralla cortó el flujo de la Rambla, que quedó seca a partir de 1.447, convirtiendo su arenal en un verdadero paseo, aprovechado por los ciudadanos. Incluso en Canaletes, al resguardo de la nueva muralla, se construyó el edificio dels  Estudis Generals, la universidad de la época, que funcionó hasta 1.714, cuando después de derrotadas las fuerzas catalanas por Felipe V, éste jorobó aún más al país cerrando la universidad de Barcelona y mandando a los estudiantes catalanes a la entonces lejana Cervera. Ya se sabe, quería que hicieran turismo. La universidad se convirtió en caserna militar, que era lo que correspondía a una ciudad ocupada!

Durante parte de esta época, la riera de la Rambla fue desviada por el foso de las murallas hacia poniente, desembocando en els Horts de Sant Bertan, entre el Paral.lel i Montjuïc. Más tarde, en 1.644, las aguas fueron desviadas hacia levante, y llevadas al Bogatell, en la actual Villa Olímpica.

La ciudad seguía creciendo, y las murallas la encorsetaban. También las de la Ciutadella, fortificación creada después de la derrota catalana, para poder bombardear con cariño la ciudad.

Con el título, y después grito, de Abajo las murallas!, se hizo en 1.841 un proyecto de derribo, e incluso en 1.842 se desmontó una parte de la Ciutadella, lo que motivó que  el General Espartero bombardeara la ciudad desde Montjuïc, cosa a la cual parece que cogió gusto, tal como recientemente nos ha recordado (o amenazado) el ilustre Sr. Peces Barba.




No fue hasta 1.854 que la ciudadanía consiguió que las murallas fueran definitivamente derribadas. Sin embargo, nadie se acordaba de que la Rambla había sido una riera, con lo que el 15 de setiembre de 1.862, durante unas fuertes lluvias, la Rambla volvió a circular con fuerza, inundando todo el Raval y parte del barrio gótico, del que ahora sabemos que es menos gótico de lo que parecía, ya que muchos edificios se travistieron de estilo durante el poco gótico siglo XIX. El agua alcanzó una altura de 70 cm en gran parte del Raval, y sorprendió de visita en la ciudad al creador de El patito feo, La sirenita, y otros cuentos infantiles, el danés Hans Christian Andersen.

Desde el derribo de las murallas, hasta finales del siglo XIX, se produjeron en la Rambla, más de 20 inundaciones, que terminaron con la construcción de grandes colectores. El siglo XX nacía con una Rambla libre de agua, pero preparada para su destino actual, su inundación con estatuas humanas, higiénicos puestos de helados, y masas de turistas, a los que este blog les parecerá un rollo patatero, y probablemente tengan razón.


Antártida.
En 1.985, y poniendo un poco de jeta en el asunto, con la excusa de que además de geólogo era periodista, conseguimos que la armada chilena (sí, la de Pinochet), nos invitara junto con mi esposa, a un viaje a la Antártida. Gratis!


Embarcamos en el buque insignia de la zona naval austral, el Piloto Pardo, de 150 m de eslora y 150 tripulantes, y con dos únicos turistas: nosotros. 


Después de una bonita navegación desde Puerto Arenas hacia el canal de Beagle, visitamos puerto Williams, la ciudad más austral del planeta con permiso de Usuhaia, donde hicimos un alucinante viaje en helicóptero a ras de copa de árbol, en plan Apocalypsis Now. A continuación afrontamos el respetable Cabo de Hornos, y entre olas que barrían la cubierta llena de barriles de carburante, alcanzamos la península antártica.




Estuvimos navegando durante un mes, recorriendo las bases científicas chilenas, cargando y descargando mercancías y víveres. El barco estaba equipado con dos helicópteros, y a menudo  (sobre todo mi mujer, que es más guapa) éramos invitados a volar, a veces sólo para ir a una solitaria isla para cambiar la batería de un faro, o para advertir de la presencia de icebergs en la ruta del navío.

En tierra hacíamos excursiones, acompañados por algún miembro de las bases científicas, siempre dispuestos a acompañar a unos primerizos turistas antárticos. A pie o en motos de nieve, visitamos colonias de pinguinos y de focas, o navegávamos en canoa por la costa, desde la que nuestro navío parecía un refugio en la soledad blanca.




Fue un viaje inolvidable y espectacular. Al final, hasta escribimos algunos artículos periodísticos en revistas de turismo, y períodicos nacionales, e incluso la foto precedente fue comprada por una agencia alemana para ilustrar un calendario.

4 comentarios:

frankie dijo...

perfecta recopilación geológico - histórica ramblera donde las haya; ah, y buen cambio de look para el blog

Juan José Rosas dijo...

Gracias Albert.
juanjo

Lluis Rodríguez dijo...

Muy muy interesante, la historia de BCN mezclada con la geología da un resultado fantástico.
Gracias.

Anónimo dijo...

Muchas gracias por todas las informaciones geográficas y geológicas ! Me ayudaron un mucho a entender la identidad verdadera de las Ramblas !